jueves, 4 de noviembre de 2010

NARCOTRAFICO Y MEDIOS DE COMUNICACION:

Lo que hasta ahora se vivía como un problema de las provincias con presencia del narcotráfico, de pronto se convirtió en un escándalo nacional porque fueron secuestrados tres periodistas de cadenas televisivas de la capital: los narcotraficantes imponen condiciones a los medios de comunicación en muchas partes del país, ya sea enviando mensajes, secuestrando periodistas y luego matándolos, u ordenando qué publicar bajo amenaza de muerte o agresión.
Imagen de México: Narcotráfico y medios de comunicación
Desde el año 2000, son más de 60 los periodistas asesinados en México, y 12 los desaparecidos - AP
El verbo tabletear es una de las palabras más corrientes que ha incorporado a su jerga el narcotráfico mexicano. Si el diccionario más rudimentario lo explica como chocar tablas de madera para producir ruido, en el mundo del crimen organizado es sinónimo de golpes y tortura, de castigo ejemplificador para “ablandar” a la víctima cuando se le quiere sacar información. El sacrificado es golpeado desnudo con la tabla hasta hacerlo gritar de dolor. Algunos periodistas mexicanos del norte del país han sabido de los tableteos, como testigos en citas obligadas por narcotraficantes, para ser forzados a respetar los intereses de los grupos criminales.

Por eso, cuando hace dos semanas, el sábado 31 de julio, el camarógrafo Alejandro Hernández, de la filial Televisa Laguna, dijo que los secuestradores lo trataron mal y lo golpearon con una tabla, la palabra no podía pasar desapercibida para quienes lo escuchaban en conferencia de prensa, aunque el dato era normal para lo que ya es un hecho común en México.

El secuestro de Hernández y de tres colegas más el lunes 26 de julio en Gómez Palacios, Durango, -aunque dos fueron liberados en el transcurso de esa semana-, en un intento del cartel del Pacífico (asociación del Chapo Guzmán y otros personajes del crimen organizado) por tratar de condicionar información del grupo y marcar agenda en los medios, hizo estallar lo que tanto se sabía en México: que narcotraficantes imponen condiciones a los medios de comunicación en muchas partes del país, ya sea enviando mensajes, secuestrando periodistas y luego matándolos, u ordenando qué publicar bajo amenaza de muerte o agresión. Como una condición para las liberaciones, Milenio emitió tres videos que los captores pusieron como exigencia.

Lo que hasta ese momento se vivía como un problema de las provincias con presencia del narcotráfico, de pronto se convirtió en un escándalo nacional porque tres de los secuestrados trabajan para dos cadenas televisivas de la capital. Antes, habían pasado casi desapercibidos más de 60 periodistas asesinados desde 2000 y 12 desaparecidos.

Pocos habían logrado alzar la voz desde el interior y ser escuchados en el centro del país. Pero esta vez tocó las venas sensibles de donde se ejerce el poder político e institucional mexicano, y entonces los periodistas –convocados a través de las redes sociales como twitter y facebook-, sin la compañía en las calles de los líderes de opinión ni jefes de las redacciones, marcharon el pasado sábado por las calles del Distrito Federal en silencio para reclamar por la libertad de expresión y el fin a la impunidad.

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